La tropa de hoy anduvo por la Aguada de Joaquín hasta llegar al Martí del Turquino. Es su momento. Su verdad. A nosotros nos tocó ser fundadores y cabalgar en el potro de la aventura. Y fue en las ruinas del Alba, con Chicho y La Campana, y los negros en el sudor del siempre regreso.
A nosotros nos tocó desbrozar el monte hasta tomar Santiago y Granma, y bajar la escalera de madera, igualita a la destinada en el patio para que las gallinas subieran al palo. Así encontramos a Atabeira cerca de Cabro Cruz. Y seguimos la ruta de los expedicionarios del Granma en Los Cayuelos, y hasta asamos un puerco en el campismo de Río Cabonico, por Mayarí. Y fue andar con la guitarra al hombro, la guitarra de Fernando Cabrejas, también fundador desde Moa.
Y fue fundar el Café Colonial de San Agustín de Aguarás con el Lenin de Armando Gómez, y los poemas y canciones de Rafael Téllez Bertot. Si, no matamos el tiempo, le dimos la posibilidad de engendrar la maravilla desde las noches con mechones en el otrora anfiteatro de Buenaventura. Y Norberto Carralero con un micrófono ahogándose en un cubo lleno de agua. Y un perro chino que no quería salir a escena. Eran las noches de los apagones del periodo especial y cientos de personas abarrotaban los muros del coliseo y hasta la tapia de la sede del PCC.
Y fue abrir el Tauro y sentados sobre gomas de camiones tener a Mariela González, a Robert Ajo, a Robert Canales, a Elder Laurent, a Mauro Hechavarría, en fin, una tropa que supo hacer de la juventud ese divino tesoro de concurrencias. Y fue armar las romerías y ver a Chicho Marrero dar manigueta frente a La Periquera con nuestro Himno Nacional en arreglo para órgano. Así una historia que nos abraza des de la refulgente mirada de Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, los jóvenes pinareños que fueron asesinados por la dictadura, pero el brillo de la luz de los ojos de su madrecita vence a la muerte y nos alcanza con esa dimensión de la forja que es la vida.
Gracias Alexis, gracias Alexis Triana por darle a la utopía la posibilidad de ser realidad concreta. Gracias por darle al hacha petaloide la oportunidad de estar en lo alto junto a la cruz. Gracias a los inspirados y siempre rebeldes, porque en la juventud está la forja y seguimos con la guitarra al hombro, la de Cabrejas, con ganas, con mil ganas, de volver a la carga, y estar en Santa Ifigenia frente a ese sol del mundo moral y junto a la piedra filosofal de la gloria.