Reynaldo Ricardo Calzadilla, alias "el jorobao" fue espedido por los vaqueros en el Cementerio de Irene,quienes le cantaron una ranchera.

Este lunes Reynaldo Ricardo Calzadilla, alias "el jorobao" uno de los más grandes vaqueros en la historia del Rodeo cubano ha partido a la inmortalidad.El "Rey" como también se le nombraba, nació en territorio baguanense, donde desde muy pequeño manifestó su amor por las labores de los ganaderos.

Era apenas un jovencito cuando el mexicano Porfirio Manzano llegó al actual territorio calixteño para darle apertura a la Escuela de Rodeo de Oriente, la cual se instaló en el Cruce de Mir.

Recuerdo que hace varios lustros, en una entrevista de vida que le hicimos al "Indio azteca" como se conocía a Porfirio , nos dijo, más o menos: "Desde que se montó en un caballo y tiró los primeros lazos, me dije, este guajiro va a hacer historia". Y no se equivocó.

El "Rey", tuvo un desarrollo vertiginoso y aprovechando su fuerza descomunal, en poco tiempo se hablaba en toda la geografía cubana de su grandeza.En pocos años Reynaldo Ricardo, formó parte del equipo Oriental a los Campeonatos Nacionales, convirtiéndose  ,en un abrir y cerrar de ojos, en uno de los más sobresalientes laceros y derribadores de novillos del país.

Muchos fueron los premios alcanzados por este jaranero vaquero en los más encumbrados torneos, incluyendo las Ferias Internacionales de Rancho Boyero, Sancti Spiritus, Las Tunas y Bayamo.

Hace más de una década, en una entrevista realizada a Reynaldo, entre otras palabras nos comentaba: "Nací en Báguanos, pero he hecho toda mi carrera aquí en este pueblo, me pasó algo parecido a lo que te sucedió a ti, entonces por historia somos calixteños".

De igual manera, recuerdo sus consejos a los jóvenes atletas de tan difícil deporte: "para ser un buen vaquero de Rodeo se necesita primero que todo, ser arriesgado, no tener miedo y entrenar aunque sea en un potrero".

El afamado vaquero llegó a esta tierra y no la dejó jamás, pues su sepultura se efectuó este martes en el Cementerio de Irene, aquí en Buenaventura, acompañando por seres queridos y decenas de miembros de la familia del Rodeo de toda la provincia.

Aquí quedan los restos de un grande de las fiestas en todas las Ferias Agropecuarias de la nación, quien alejado de los eventos, siguió cabalgando, lazo en manos, pero como campesino, haciendo producir la tierra y potenciando la producción de leche en la barriada de los Moscones.

Falleció en la madrugada de este martes en el Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez Landín y fue sepultado al filo de las cuatro de la tarde.

Una aplaudida despedida para uno de los más famosos laceros y derribadores  de novillos de todo el archipiélago.


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