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A 65 años de la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización emblemática en la historia de la Revolución Cubana, es momento de rendir homenaje no solo a su lucha por la igualdad, sino también a una faceta muchas veces subestimada: el rol de la mujer en el deporte cubano. En las pistas, en los rings, en las piscinas, en los campos de juego y en los banquillos, las mujeres han dejado huellas con dignidad, talento y entrega inquebrantable.
Desde 1960, año en que nació la FMC bajo la dirección de Vilma Espín Guillois, la mujer cubana ha sido protagonista de una transformación social sin precedentes. Y el deporte no ha estado ajeno a ese proceso. Hoy, a seis décadas de esfuerzo sostenido, las atletas cubanas son orgullo nacional, embajadoras del país en el mundo y ejemplo de superación en un entorno donde lo femenino ya no es sinónimo de limitación, sino de poder, resistencia y excelencia.
Antes de 1959, la participación femenina en el deporte en Cuba era mínima. Las mujeres estaban relegadas a actividades recreativas o formatos no competitivos. Pero con la Revolución, el Estado asumió el deporte como un derecho y una herramienta de transformación social. La FMC, desde sus inicios, promovió la incorporación de la mujer al deporte como parte de su emancipación integral.
“Nosotras no solo queríamos igualdad en el trabajo o en la educación. Queríamos correr, saltar, lanzar, competir. Queríamos demostrar que éramos capaces de todo”, recordó en una entrevista reciente Osaida Arrieta Pérez, profesora en el Combinado Deportivo de Buenaventura.
Desde entonces, el Estado cubano impulsó programas de masificación deportiva, escuelas de iniciación, y sistemas de detección de talento con enfoque de género. Las mujeres comenzaron a entrenar con las mismas condiciones que los hombres, bajo la misma estructura del sistema deportivo nacional.
La presencia femenina no se limita a la competencia. Hoy, muchas mujeres ejercen como entrenadoras, juezas, médicas, directivas y funcionarias del deporte. En las escuelas de iniciación deportiva (EIDE), las maestras de educación física son mayoritariamente mujeres. Son ellas quienes detectan el talento, forman los hábitos, y moldean el carácter de las futuras estrellas.
“Ser entrenadora en Cuba no es solo enseñar técnica. Es educar, acompañar, muchas veces sustituir a una madre ausente”, dice María Espinosa, entrenadora de Gimnasia. “La Revolución nos ha dado herramientas para liderar, para no tener miedo a ocupar espacios que antes eran solo de hombres”.
A pesar de los avances, aún existen retos. La visibilización mediática de las atletas sigue siendo menor que la de sus colegas masculinos. Los premios económicos, cuando existen, no siempre son equitativos. Y en algunos deportes, como el béisbol o el fútbol, la inversión en el ramo femenino aún no alcanza el nivel deseado.
Sin embargo, la FMC, junto al sistema deportivo, sigue trabajando por la equidad. Programas de concienciación, campañas contra la violencia de género en el deporte, y la promoción de modelos femeninos fuertes y autónomos son parte de su agenda.
En este aniversario 65 de la FMC, es justo recordar que cada medalla de una atleta cubana es también un triunfo de la Revolución en materia de género. Cada entrenadora que dirige un equipo, cada árbitra que pita un partido, cada niña que corre en una pista por primera vez, lo hace sobre los hombros de gigantas como Vilma Espín, Celia Sánchez y tantas anónimas que sembraron el camino.
El deporte cubano no sería lo que es sin la fuerza de sus mujeres. No solo por sus récords, sino por su ejemplo de constancia, dignidad y amor a la patria.
Fidel siempre confió en la mujer cubana y sus glorias en el deporte.(imagen de archivo)
Conclusión: Un legado en movimiento
A seis décadas de su fundación, la FMC celebra no solo la conquista de derechos, sino la construcción de una identidad femenina activa, crítica y poderosa. Y en el deporte, esa identidad se expresa con cada salto, cada gol, cada brazada, cada victoria.Porque cuando una mujer cubana sube al podio, no solo levanta una medalla. Levanta la historia de una nación que apostó por su talento, su coraje y su derecho a soñar.