Iraldo Leyva Castro,periodista y hombre entregado a la cultura agradece la esmerada atención de médicos y enfermeras de la sala de Hematología del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Lucía Iñiguez Landín.
Cuando justamente se cumple un mes de mi ingreso en el Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez Landín, recibo autorizo para regresar a mi casa por unos días. Y ya estando en mi balance preferido en la Sala de mi humilde pero acogedor hogar, concluyo ideas en temas que jamás había pensado.
Tal vez sea muy prematura esta conclusión a la que he llegado y que comparto con ustedes: tal vez exista un tipo de envidia sana, me explico.
En apenas treinta días en la Sala de Hematología, sobre todo en las madrugadas, cuando el sueño me abandona, he pensado en mi vida anterior y aunque varias enfermedades de cierto renombre me acompañan desde hace lustros, la última es la que ha provocado el meollo de este intento de comentario que en breve concluyo.
Cada día me convenzo más, existe la envidia sana, aquella que elogia el bienestar físico, el don divino de contar con salud, hoy cuando quisiera enfrentar varios proyectos, me veo limitado.
Antes de concluir dos cosas, primero, cuiden la salud, a veces descuidamos acciones que más tarde nos pasan factura y, segundo, no crean que estos párrafos están escritos desde la tristeza o la congoja, NO, son ideas de un hombre agradecido que está aferrado a que de esta Cama 13 vamos a salir fortalecidos y que quizás, no todos, pero varios proyectos que están en el tintero serán cumplidos.
Ah, y sobre el agradecimiento y el amor que se respira en esta Sala, estaré comentando próximamente.