Imagen tomada de Internet.
Al despertar esta mañana, el aire parecía llevar algo distinto, como si la calma habitual del día escondiera un destello de homenaje. Es 13 de abril, y para muchos en Cuba, un día como cualquier otro. Pero para aquellos que alguna vez se han sentado frente a un profesional de la psicología, para quienes han encontrado en la escucha, la empatía y la ciencia un refugio, este día tiene un significado especial.
Recuerdo la primera vez que entendí el impacto de la psicología. Fue cuando una amiga, luchando con sus propios fantasmas, mencionó cómo las palabras de su psicóloga habían sido un salvavidas, un faro en medio de su tormenta. Fue en ese momento que la psicología dejó de ser una profesión lejana y abstracta para convertirse en una labor profundamente humana.
En Cuba, la psicología tiene un matiz único. No es solo una disciplina clínica; es un pilar en la construcción de la salud pública, una herramienta de apoyo en comunidades y un vehículo para entender cómo lo personal y lo social se entrelazan. Este día, 13 de abril, nos invita a detenernos y reflexionar sobre esas voces tranquilas que acompañan en los momentos más vulnerables.
En el año 2004 se instituyó el 13 de abril como Día Nacional de la Psicología en Cuba. Se escogió esta fecha por ser la del nacimiento de Enrique José Varona, quien fuera artífice de una significativa obra en los campos de la filosofía, la sociología, la psicología y la educación, por lo que ha sido considerado uno de los más grandes pensadores latinoamericanos.
Quizás lo más impresionante es cómo esta profesión ha evolucionado en un contexto tan particular como el cubano. En medio de desafíos, escases, y una realidad que a menudo exige resiliencia, los psicólogos aquí no solo son profesionales; son aliados, puente entre emociones, sentimientos internos y el equilibrio.
Hoy, quiero recordar a todos aquellos que abrazan la psicología no solo como ciencia, sino como arte. A quienes dedican sus días a escuchar, comprender y sanar, a nuestra querida Nancy Pérez, a Marielis Céspedes, y a tantos de los que sienten satisfacción por cada pequeño avance como si fuera una gran victoria. El 13 de abril es suyo. Pero también es nuestro, porque nos recuerda que al final, todos somos un poco psicólogos en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos.