Imagen de archivo.
En los sitios más intrincados de Cuba, donde el horizonte se pierde y el sol pinta de dorado los caminos, emergen pequeñas joyas que iluminan la vida cultural de nuestros campos: las Salas de Televisión, esos espacios construidos con amor y esfuerzo, y que se han convertido en faros de conocimiento y alegría para comunidades enteras.
Pero detrás de esas instalaciones bonitas llenas de vida, hay hombres y mujeres cuya labor mantiene encendida esa luz que los guía desde hace 24 años: los trabajadores del programa de Salas de Televisión .Ellos son los guardianes del conocimiento y el puente perfecto entre la gente humilde del campo y su derecho a la cultura.
Para muchos de estos trabajadores, formar parte del programa es un honor. No se trata solo de un empleo, sino de una misión digna y hermosa que deja sus huellas en la comunidad.
Esa gratitud también se refleja en los rostros de los vecinos que como el campesino Avelino Gómez , la mestra Arletis Palacios, y muchos más en el barrio de La cuchilla que mucho agradecen a Daisy Arzuaga y a sus trabajadores porque para él no solo le propician ver la televisión, escuchar una charla educativa , sino algo más:” cariño ,esperanza y alegría”.
Por ello en este país donde la cultura es un pilar fundamental, los trabajadores de las salas de televisión en los barrios campesinos merecen un reconocimiento especial. Su labor incansable los sitúa en un lugar privilegiado porque se han convertido en tejedores de historias y en guardianes de la cultura que alegran la vida de cientos de personas que agradecen su hermosa obra.