En un enorme caney flaqueado por palmas reales y cemíes de barro se arma el coro ancestral del colibrí con la mariposa blanca, en el collage definitivo, donde afloran los jigües y la gracia sonora de los tambores de cuero de chivo.
El arraigo campesino expresión de cubanía(Imagen de archivo)
En la única gran pared del cono la inmensa policromía con El monte de Lidia Cabrera, la Noche insular de Lezama, y la fuerza telúrica de la última noche martiana, antes de Dos Ríos.
Heredia nos invita a sus versos guerreros y Ballagas en voz de Carbonell anuncia Durmiti mi nengre mi nengre bonito. Así Amelia teje los interiores de casas habaneras junto a Portocarrero en el gran carnaval con farola andante.
Sea el olor del maní tostado. Sea el matajibaro de plátano macho con empella y dientes de ajo. Sea la sazón de tejer el paisaje con Tomás Sánchez y Servando Cabrera. Y sea el cono danzante de la rumba y el guaguancó y la conga de Los Hoyos, dale que te arroyo…
Montando el muerto de la sagrada anunciación de la lluvia en la madera lo nuestro, lo interminable que anuncia el instante de ese son de caballos al viento.
Sea Martí, siempre Martí en el corazón sagrado de la patria, y sean los versos de Dulce María Loynaz, Isla mía, qué bella eres y que dulce. Y sea en una jícara de coco el espíritu de la canchánchara y en un vaso de agua clara el agua de caridad.
Sea la paz, y la armonía del candor de Eliseo Diego y de las canciones de Santiago y Silvio. Sea la guitarra en Para Bárbara. Y sea la brisa Como una campana de cristal.
Sea el paisaje de la siempre viva y el espíritu radiante del moriviví. Sea Cuba en su palmar definitivo, en su rayo primordial en la aurora del Cucalambé, y en el arcoíris al son del tres y el güiro.
Cuba en su voluntad de ser palmar brillante y esmeralda frente a la línea del horizonte, que nos trazan los amaneceres y los atardeceres.
Sea la fuerza con Carlos Manuel de Céspedes liberando la madrugada, y a caballo los versos del himno bayamés, que es el himno de todos.
Sea el relincho de la luz en las mañanas y el palmar bañado de rocío en la alta noche, y respirar la siempre viva, porque nacimos rebeldes y nunca, nunca estaremos de rodillas.