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En los campos del antiguo Oriente, donde el sol castiga fuerte y el viento lleva el aroma de la caña y el sudor del trabajo, nació el 18 de agosto de 1937 un niño que no sabía que su brazo lo llevaría mucho más allá de las fronteras de su tierra. Su nombre: Diego Pablo Seguí González, hijo legítimo de Las Lajas, en este municipio de Calixto García, este pequeño poblado que lleva el nombre del héroe independentista cubano y que, durante décadas, ha visto nacer decenas de talentos para el béisbol criollo.
Desde joven, Diego mostró aptitudes excepcionales con la pelota. En los equipos locales de la zona, se hizo notar por su velocidad, control y temple. Era uno más en el terreno, pero diferente: mientras otros corrían detrás de la victoria, él parecía jugar como si cada lanzamiento fuera una promesa hecha al cielo.
En 1962, comenzó una trayectoria que marcó un hito importante, se convirtió en el primer jugador nacido en Calixto García en llegar a las Grandes Ligas.
Seguí lanzó en 15 temporadas de las Grandes Ligas con los Atléticos de Kansas City y de Oakland, los Senadores de Washington, los Cardenales de San Luis y los Medias Rojas de Boston, además de las dos franquicias de Seattle.
El derecho de 1,83 metros y 86 kilos, lideró la Liga Americana en efectividad en 1970. En los 15 años que jugó en la gran carpa, dejó el récord de 92-111 con 1298 abanicados y una efectividad de 3.81 en 1807.2 innings lanzados. Lanzó 28 juegos completos, y viniendo del Bullpen, rescató 71 juegos, su campaña más productiva fue la de 1969 en donde quedó como líder en efectividad en la Liga Americana con 2.56.
Después de concluir su carrera en las Grandes Ligas, Seguí lanzó en la Liga Mexicana de Béisbol hasta 1984. Es miembro tanto del Salón de la Fama y Museo del Béisbol Venezolano como del Salón de la Fama del Museo del Béisbol de la Herencia Hispana.
En 2024, fue honrado por el Museo de Béisbol de las Ligas Negras con su Premio a la Trayectoria.
Hoy, cuando nos dice adiós, Diego Pablo Seguí González es recordado no solo por haber sido el primer y único representante de Calixto García en las Grandes Ligas, sino por encarnar el espíritu de resistencia, perseverancia y amor a la tierra.
Y en Calixto García, su nombre aún suena entre los mayores, en las esquinas y en los campos de pelota improvisados. Allí, donde los niños juegan descalzos y soñadores, alguien siempre recuerda: “Antes que nadie, aquí pasó un grande… se llamaba Diego Seguí”.