Imagen tomada de Internet

El secreto de la vida. El gran secreto de triunfar en la vida está en la capacidad de generar emociones que se multipliquen en acciones a la altura de lo que cada momento necesita de nosotros. Es un mecanismo  de sanar y hasta de salvar esos instantes que imponen la guerra o el peligro de estar frente a la muerte y no saberlo.

El hombre está dotado de la capacidad regeneradora de la creación, por eso lo vemos con papel y lápiz bajo la sombra de un árbol y no tenemos idea de dónde se encuentra su fulgor. Y es que puede imaginar la sonrisa, la mirada, y hasta la caricia de quien encontró una vez y se quedó.

Nos quedamos, Juan. Nos quedamos aunque su corazón se haya detenido este día.

A veces nos quedamos en el recuerdo de alguien y hasta nos volvemos una canción, por eso el 12 de enero de 2002 junto a un mar de pueblo el hombre inspirado sintió esa ráfaga de eternidad que es la dicha. Fue el instante en que el maniguetero trajo de vuelta a Lupita.Y no me olvides Lupita, ay acuérdate de mí.

Juan Almeida  sonrió en la mañana de enero de Buenaventura. Era la mirada y su sonrisa la de un hombre inspirado. El brillo de sus ojos traía de vuelta al Granma y a las más de doscientas canciones que forman parte de la cultura nacional.

Esa mujer lo que quiere es que la miren. Si, picardía, respeto, aprecio a la mujer cubana y a la vez con el fusil al hombro, siempre con el fusil al hombro uno de los hombres de confianza de Fidel.

La manigueta no se detiene. La Lupe, nuestra Lupe, es emoción, himno de un viaje, y hasta la claridad que no cesa, porque un hombre inspirado es invencible.

Juan Almeida  desde la humildad del cubano enamorado de la libertad de la patria y de las sonrisas tiernas de la vida, es el que Comandante que canta en su hijo, y en la firmeza de los leales, de los más leales hijos de Cuba. 


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