Velazco, 18 de septiembre de 1965. En ese pequeño rincón de Cuba nacía un niño que, sin saberlo aún, marcaría con su esfuerzo y humildad una huella imborrable en el remo nacional. Wilfredo Bruzón Causilla llegó al mundo como el quinto de ocho hermanos, hijo de Gervasio Bruzón y Juana Causilla, una familia de raíces sencillas y valores profundos que forjarían su carácter desde temprana edad.
Su infancia transcurrió entre los campos y calles de Velazco, pero el destino tenía otros planes. Años después, la familia se trasladó a Mala Noche, una localidad del poblado de Mir, y más tarde a la cabecera municipal, donde Wilfredo comenzaría a descubrir su vocación. Fue en 1982 cuando el entrenador Roberto Pizarro, con ojo avizor para el talento, lo captó y lo incorporó a la Academia Provincial de Pesquero. Allí, entre remos, sudor y disciplina, nació un atleta.
Su progresión fue meteórica. Para 1985 ya formaba parte de la preselección nacional de remo, y no tardó en ganarse un lugar en la élite del deporte cubano. Pero fue en 1986 cuando su nombre se elevó al firmamento del remo internacional. Ese año, Wilfredo alcanzó el cuarto lugar en la Copa Alemania, se alzó con el tercer puesto en la Copa Francia y, coronando su trayectoria, se convirtió en campeón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Su remo no solo surcaba aguas, sino también fronteras, llevando el nombre de Cuba con orgullo y entereza.
Más allá de los podios y las medallas, quienes lo conocimos coincidimos en una misma verdad: Wilfredo era un hombre amable, humilde y profundamente solidario. Su grandeza no estaba solo en sus logros deportivos, sino en la forma en que trataba a los demás, en su disposición para ayudar y en su lealtad inquebrantable a sus raíces.
Este jueves 2 de octubre de 2025, el municipio de Calixto García despidió físicamente a uno de sus hijos más ilustres y gloria del deporte en este territorio. Aunque su cuerpo ya no esté entre nosotros, su legado permanecerá en cada remada que inspire a nuevos atletas, en cada historia contada en los pueblos que lo vieron crecer, y en el recuerdo de quienes tuvimos la fortuna de conocerlo.
Descansa en paz, Wilfredo Bruzón Causilla. Tu remo ya no surca ríos, pero tu espíritu sigue navegando en la memoria colectiva de esta tierra que te agradece.