"Un revolucionario debe ser capaz de luchar aún cuando en el horizonte no se vea más que oscuridad."Esta frase, como tantas otras de nuestro máximo líder Fidel Castro, podría ser hoy un manifiesto contra el desaliento de algunos. A 99 años de su natalicio, el hombre que convirtió la resistencia en arte y la utopía en el ideal de un país sigue despertando emociones.
A Fidel nadie puede negarle esa cualidad que lo definió más allá de ideologías: el inquebrantable optimismo en que otro mundo es posible. Y fue su optimismo el que siempre lo distinguió, y no era un soñador ingenuo, era un creyente obstinado en la capacidad humana de torcerle el brazo al destino. Lo demostró en 1953, cuando el fracaso al asalto al Cuartel Moncada no lo derrotó, sino que lo llevó a escribir "La Historia me absolverá" ,un alegato que es, sobre todo, un acto de fe en el porvenir, pero luego lo repitió en la Sierra Maestra, cuando con un puñado de hombres descalzos se atrevió a desafiar a un ejército.
Y ese optimismo lo mantuvo hasta el último de sus días, mientras el bloqueo económico apretaba y el mundo cambiaba alrededor de una Cuba que se negaba y se niega a rendirse.
Para él, el pesimismo no estaba en sus planes , para él era un arma del enemigo. Y en ese llamado a no callar, a no bajar los brazos, a mantenerse firme bajo cualquier circunstancia residía su legado más universal, siempre con la convicción de que la justicia social no era una quimera, sino una tarea pendiente.
Fidel actuó siempre como si el futuro prometido ya estuviera a la vuelta de la esquina. Bajo esa lógica, Cuba erradicó el analfabetismo en un año, envió médicos a todo el mundo, y se convirtió en el país del "sí se puede" ante cada crisis, todo sobre la clara idea de que un mundo mejor es posible.
Hoy, cuando el planeta enfrenta desigualdades feroces, guerras por recursos y una crisis económica que exige soluciones colectivas, y nuestro país se debate en situaciones difíciles su visión optimista pareciera susurrar desde el pasado.
Por eso a casi un siglo de su nacimiento, Fidel Castro no necesita homenajes, pero su fe en la humanidad merece ser recordada, por eso su cumpleaños 99 no es solo una fecha: es un recordatorio de que la unidad y el optimismo, cuando se comparten, dejan de ser un sentimiento y se convierten en una poderosa arma. Feliz cumpleaños, Comandante. El futuro por el que peleaste sigue siendo nuestro.