Hace solo unas horas concluyó la etapa de verano en toda Cuba ,y en nuestro municipio a pesar de las limitaciones económicas del país, yo diría que se organizó un programa de actividades digno para esta etapa.
Pudiera mencionar varios espacios que sin temor a equivocarme resultaron del agrado de muchos por su frescura y atractivos, por ejemplo Las noches de variedades con el genial y carismático Luís Alberto, el Recordando bajo las estrellas que con Edelvis le puso alas al corazón .los encuentros comunitarios en varios barrios vulnerables que con mucho amor llevaron los instructores de arte de la Casa de la cultura , los encuentros deportivos las Ferias “Soy calixteño”, el espectáculo circense ,en fin muchas más que de alguna manera dieron un toque especial a este verano.
Pero hoy quiero levantar mis dos manos bien alto, y quitarme no uno, mil sombreros si los tuviera , por un colectivo que ha demostrado que con poco se puede hacer mucho, cuando hay deseo, sentido de pertenencia y amor por lo que se hace. Me refiero a los trabajadores del programa de Salas de Televisión.
Esos sacrificados compañeros que en cada barrio hicieron maravillas y le pusieron el corazón a cada actividad. Lo mismo en un río, que debajo de un árbol, o en la propia sala, no hubo un sitio por más recóndito que fuera que no tuviera sus opciones para los diferentes grupos de edades, con distinción especial para los niños y jóvenes.
Y lo sé no porque estuviera presente en cada una de ellas, aunque confieso que me hubiera dado mucho gusto, tuve la oportunidad de estar en algunas ,y otras lo supe por la excelente divulgación que hicieron con imágenes más que palabras de cada encuentro. En eso mucho tuvieron que ver la compañera Melvis la comunicadora del programa y Aldaya con su accionar constante como director.
Apreciar los niños con sus caritas alegres divirtiéndose, haciendo carreras en sacos, en caminata para el árbol más grande de la comunidad, participando en el baile de la escoba , o degustando un sabroso vaso de refresco o caldosa, ofrecido con los propios recursos de los trabajadores, para mí es suficiente para afirmar que no hay barreras cuando se quieren hacer cosas hermosas que animen y conviden a seguir adelante.
La reverencia es para todos por ser capaces de alimentar el alma, pero hago especial distinción por su constancia a Olga Figueredo en el barrio de La Rioja, a Daisy Arzuaga de la Sala de La cuchilla y para Arelis Martínez de la comunidad de Las Guásimas. De verdad los vi a todos grandes muy grandes en el Festival de aficionados al arte que rindió homenaje a Fidel, pero también los vi crecerse en lo cotidiano para llevar la alegría a cada barrio.
Es cierto que se puede hacer mucho más, se necesitan más recursos que ojalá para el próximo verano ya estén ahí para aderezar lo que en materia de cultura se hace, pero lo cierto es que en esta etapa muchos demostraron que el adagio de que el amor todo lo puede hizo cuerpo en cada encuentro, en cada institución y en cada barrio durante casi dos meses, y ,más allá de lo que pudo haberse hecho mejor– para mí, y a mi modo ,como este verano dejó un sabor de aceptable alegría y deleite