Cornelio Almaguer ,ejemplo de humildad y apego a la tierra
En el corazón del territorio calixteño, donde el sol calienta la tierra fértil y el viento mece los cultivos, Cornelio Almaguer tiene su bohío de guano, un calixteño de 84 años cuya vida es un testimonio vivo de la resistencia y el amor al campo. Con las manos curtidas por décadas de trabajo, Cornelio no solo ha sembrado plátano, yuca y boniato, sino también un legado familiar que hoy florece en sus hijos, nietos y sobrinos. Su historia es la de Cuba misma: lucha, perseverancia y entrega a la tierra que alimenta al pueblo.
Esta historia no es solo suya. Es la de miles de guajiros que, como Cornelio, han escrito con arado y machete las páginas más dignas de la patria. En su aniversario, los campesinos cubanos recuerdan que su sudor es semilla de soberanía: desde las luchas de Niceto Pérez hasta las cooperativas de hoy, han defendido un principio sagrado: "La tierra es de quien la trabaja con sus propias manos".
La finca de los Almaguer es un ejemplo de lo que el trabajo unido puede lograr. Aquí no hay días de descanso, sino ciclos de siembra, cosecha y renacer. Las matas de plátano se mecen junto a los surcos de yuca, mientras el ganado pace en los potreros, bajo el cuidado atento de la familia.
"Aquí no se pierde ni un pedazo de tierra", dice Cornelio con orgullo, mientras señala los cultivos que han sido sustento no solo para su familia, sino también para su comunidad. Su voz, cargada de experiencia, resalta lo que para él es un principio sagrado: La tierra es para quien la trabaja, y nuestro deber es alimentar al pueblo."
Un revolucionario de la ANAP
La finca de Cornelio Almaguer es un ejemplo de lo que el trabajo unido puede lograr.
Cornelio no es solo un campesino; es un histórico luchador. Desde el surgimiento de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), ha sido parte activa del movimiento campesino cubano. Para él, la Revolución no fue solo un cambio político, sino una oportunidad para dignificar el trabajo del hombre del campo. Hace 64 años, la ANAP nació para unir las manos callosas de Cuba. Cornelio, como miles, encontró en ella un escudo contra el latifundio y un abrazo de solidaridad. Hoy, la organización que Fidel llamó "ejército de overoles" sigue siendo trinchera: frente al bloqueo, promueve agroecología, empodera a las mujeres rurales y defiende la propiedad socialista. La finca de los Almaguer es prueba: donde hay ANAP, hay futuro.
"Antes, el campesino pobre no tenía voz. Hoy, tenemos tierra, organización y el respeto de la nación", afirma con firmeza. Su finca no es solo un medio de vida, sino un símbolo de lo que la reforma agraria y la tenacidad pueden lograr.
Lo más valioso que Cornelio ha cosechado no son solo los frutos de la tierra, sino la unión de su familia. Sus hijos, nietos y sobrinos han seguido sus pasos, convirtiendo la finca en un proyecto colectivo. Uno de sus nietos, mientras arranca boniatos, comenta: "Aquí aprendimos que el sudor honra. El abuelo nos enseñó que la tierra no engaña: si le das amor, te lo devuelve en alimento."
La familia de Cornelio defiende un principio sagrado: "La tierra es de quien la trabaja con sus propias manos".
El 17 de mayo de 1959, la firma de la primera Ley de Reforma Agraria en La Plata cambió para siempre el destino de familias como la de Cornelio. Aquel gesto de Fidel —enterrar el latifundio y dar tierras a los humildes— hoy vive en los títulos de propiedad de los Almaguer, en sus cultivos libres, y en su certeza de que "nadie les arrebatará lo conquistado". Sesenta y seis años después, la ley que hizo justicia sigue siendo brújula.
Un futuro que se siembra hoy
Para este hombre de campo hay cosas sagradas : sabiduría campesina, el esfuerzo familiar y el compromiso con la Revolución.
A sus 84 años, Cornelio Almaguer sigue de pie, mirando al horizonte con la misma determinación de siempre. Su historia es un llamado a valorar la sabiduría campesina, el esfuerzo familiar y el compromiso con la soberanía alimentaria.
Tres legados se entrelazan en esta tierra: el valor de los campesinos, la lucha de la ANAP y la justicia de la Reforma Agraria. Cornelio y su familia son el eslabón vivo de esa cadena. Mientras existan manos que siembren dignidad, Cuba tendrá raíces profundasy frutos para compartir.
Mientras el sol se esconde tras los campos calixteños, Cornelio sonríe. Sabe que su mayor cosecha no está solo en los frutos, sino en el ejemplo que deja: el de una vida entera dedicada a la tierra, a la Revolución y, sobre todo, a Cuba.
Varios reconocimientos ganados por Cornelio Almaguer.