Radio Juvenil,emisora comunitaria que anima y alegra los corazones. (Imagen de archivo)
La casa no sabe de pestillos ni de candados. Está abierta para espantar la soledad. Y que sea con música, con la guitarra de Erasmo Figueredo, y sus guarachitas.
Huele a coctel de frutas. Y de pronto el guajiro de la Cejita de Melones tararea su última invención, y es una canción, un elogio, un son o un himno a quienes arman cada día sin desgajarse, sin desteñirse, sin espantarse como potro en la madrugada. No, quien tiene casa tiene el poder de las mareas. Y quien tiene la inspiración y la necesidad de hacer amigos cada día se levanta al amanecer como Wil García, con el cantío del gallo junto a Reynaldo Vera, y luego Julio Ramírez, y esa tropa a afinar los cantos de los gallos finos para que sea al son del órgano oriental o de los mariachis. Sea la Cuba con el paisaje sonoro de la radio.
Treinta y nueve años y la casa se viste de recuerdos, mientras Alicia Gallardo trae entre sus manos los libros de su familia, que son los libros de Mir y de Mala Noche, libros que nacieron de los recuerdos que entraron a la casa de la radio y se armaron en elegías al sitio que habitamos y fueron publicados por Ediciones Holguín en la plenitud de los buenos, de los que saben darle a la historia el candor de la siempre viva.
Huele a raspadura. Y Piña es quien llega con algo para quien dijo una vez que le encantaban los tostones. Piña siempre con algo bajo el brazo y con la palabra haciendo justicia a los Lerma.
La alegría de una casa son sus habitantes y su poder de abrazar a quien pase y saluda con ese brillo en la mirada. Vivaces los ojos de Florinda y de Vilma García. Vivaces los ojos de quienes le dieron a esta casa la chispa de las cubanas de ley. Y sigue el conejito entre las hendijas. Sigue la canción, siempre la canción mientras da manigueta Pepe Ajo en un baile que ya dura 39 años y no se detiene. Es el baile más largo del mundo. Y no se detiene la manigueta de los Ajo.
Huele a matajibaro cimarrón la mañana. Huele a ajo y plátano macho de San Agustín y a ají cachucha de Las Guásimas , es que la casa se aviva con quienes saben que la familia no es solamente sanguínea, es sentimental, es la forja de todo lo posible en el reino de los fieles.
Huele a ajiaco gracias a un vengan todos. Huele a cedro el mueble del escaparate musical de los Ajo. Y sea la ristra musical de Cuba, la dueña de los horcones de madera de corazón que sostienen la alegría. Y sea con el viejo gavilán de los Carralero. Sea con Eva Ramis, con la dueña de los ojos azules de la belleza. Sea con la brisa que abraza y salva. Sea con la virtud de estar en tantos lugares, de estar para siempre con Alicia y con Manuel Espinoza. Sea con la lealtad de los que amigos, de los buenos amigos, los que cantan, porque a la vida se viene a cantar, Iraldo, a la vida se viene a salvar, a sanar, a respirar la gloria que otros nos legan como regalo de eternidad.
Huele a fresas y a ciruelas después de la lluvia. Huele a ternura que nunca se marchita la casa. Y en sus sillones rojos y en sus taburetes vuelven Will, Piña, Iraldo, Reynaldo, Vilma y Florinda.
Sea la casa la de todos, la de tantos amigos, la que tiene en la música su gran resplandor y en la voz humana, la voz que anima a ser mejores y ser justos, los pilares de la canción que no cesa.
Sea la casa de Cacha Pérez Parra, de Willian Díaz, de Artemio, de Martha, de Pablo, de Roxana, de Donald, de Mirtha, de Mariano, de Edgar, Edelvis, Dixan, Ana Rosa, Mavel, Lázaro, Danilo, Yoli, Israel, Odalis, Mariela, Ronny. Elvis, Elioneris, Rubiel, Ordey, Cristina, y de muchos que estuvieron están y siempre estarán.
Bienvenidos a la casa de la radio calixteña. La casa abierta al futuro y a la radiante dimensión de la patria.