Entregar las tierras a los que la trabajaban era una de las promesas hechas por la dirigencia de la Revolución. En el municipio de Holguín, y en nuestro territorio en específico, predominaban fincas menores de cinco caballerías, pero había también grandes fincas pertenecientes a familias pudientes, terrenos del Estado que habían sido usurpados y propiedades de compañías extranjeras. Estas últimas fueron nacionalizadas rápidamente. Buena parte de las propiedades se dedicaban a la ganadería y a los cultivos varios, los montes eran ya insignificantes. Los campesinos agrupados en la Asociación Campesina “Frank País”, que persuadió a los labriegos de no ocupar tierras antes que se promulgara la legislación, solicitaban insistentemente la solución inmediata del problema de la propiedad de la tierra. Un ejemplo de las injusticias que aún pervivían y las esperanzas en el nuevo Gobierno es esta carta, que desde el cuartón de Guayabo enviaba un campesino a la redacción del periódico Norte, en julio de 1959: