El joven Carlos David Ramírez Fonseca es artista de corazón, por eso la escena o simplemente las actividades de barrio lo atrapan y hacen que vivan en él personajes tan simpáticos y adorados por los niños como el payacito Pepitín.
Es creativo, consagrado y ve diferente el cómo hacer y llegar a los públicos y quizás esa manera de hacer como joven de estos tiempos que ama lo suyo y no cree en imposibles y sí en el laboreo cotidiano para superar carencias hacen que hoy lidere con orgullo el activismo juvenil en el sector de la cultura.
Asegura que al ver la sonrisa del público los inconvenientes quedaron atrás y las fuerzas aún son mayores para seguir enrumbando a sus aficionados, promotores culturales y todo aquel que abre puertas al arte.
Por eso a Carlos David Ramírez Fonseca no se le ve como el director de la Casa de cultura de Buenaventura donde se ha iniciado con ganas multiplicadas en su afán de hacer y de ayudar; hoy sus méritos van más allá del líder exigente y disciplinado que a base de novatadas aprende, ama, funda y da abrigo a quienes como él cultivan la creación artística.
A su cargo jóvenes y consagrados artistas locales vuelven poco a poco a darle el sentido a propuestas culturales en todas las manifestaciones artísticas y a colmar de público cada una de las actividades.
No es pura casualidad, para este esbelto joven que gusta de hacer más que hablar, las alabanzas las deja de lado y se enfrasca en buscar nuevos caminos con la esencia de su gente, de los suyos.
Por eso confiesa que representar a los calixteños en el Doce congreso es una meta que la celebra con alegría y con la dedicación de un agradecido que desde el arte suma razones para hacer de las tradiciones esencias de cubanía.
