Según los expertos, el ciclón Flora se encuentra entre los huracanes del Atlántico más letales de la historia, con más de siete mil personas muertas y decenas de miles de animales ahogados. Solo en Cuba dejó sin vida a más de mil 200 seres humanos.
En apenas unas horas se estarán cumpliendo sesenta años del inicio de su azote al país, hecho ocurrido en la tarde del 4 de octubre de 1963, por el sur de Guantánamo, extendiendo su inmenso caudal de agua, desolación y muerte, en el antiguo Oriente y Camaguey, hasta la noche del día ocho.
La población del municipio de Calixto García también sintió los embates de este meteoro con 32 personas fallecidas, muchos recuerdan aquellas jornadas con pesar y asombro, uno de ellos, Juan Felipe González, quien vivía en Cañada de Majagua: “ Oiga aquello eran aguaceros y más aguaceros, parecía un diluvio, las rachas no eran tan fuerte pero sostenidas, en mi casa se albergaron varias personas que tenían su vivienda en mal estado, también recuerdo que en un potrero que estaba al lado del camino, un día amanecieron muertas cientos de palomas del monte o rabiches como se le conocen, la lluvia y el viento las finó”.
Del Flora nacieron disímiles historias que parecen haber salido del guion de una película: el minusválido que cruzó las aguas encaramado en un fogón de leña, el niño que salvó la vida gracias al providencial agarre de un majá, la muchacha que dio a luz en una barbacoa y debieron cortar el cordón umbilical con un viejo machete encontrado entre las aguas. Varios calixteños también tejieron leyendas durante el paso de la afamada tormenta, una de ellas recorrió el mundo, su protagonista, el campesino Senén Silva que salvó a Fidel en el río la Rioja, en el Cruce de Mir.
Pero antes de que el Líder de la Revolución llegara a Buenaventura, el poeta Ramón Acosta Almaguer, estando en Camaguey para tomar parte en la Segunda Ley de Reforma Agraria, recibió una sorpresa que no olvidará jamás:
El Flora es calificado como el huracán más lluvioso en los anales de nuestro país. Aunque en aquel tiempo no existía la red meteorológica actual, las ciudades y todos los centrales azucareros disponían de pluviómetros, por ello se conoce que fue en Tacajó, pueblo perteneciente al hoy municipio de Báguanos, donde mayor cantidad de agua precipitó, nada más y nada menos que dos mil veinti cinco milímetros, una cifra bien cercana a las ochenta pulgadas.
Por ello hoy, aunque resulte triste hay que recordar las seis décadas de aquella odisea, que con nombre de mujer dejó imborrables huellas en los orientales y camagüeyanos.
