Los hilos invisibles y necesarios de la amistad
Imagen tomada de Internet
Hay días en los que la vida se parece a un café compartido: caliente, amargo o dulce según cómo se prepare, pero siempre reconfortante. Así es la amistad, un ritual sin ceremonias, un refugio sin puertas. No necesita contrato ni reloj; se teje con hilos invisibles que sostienen y perduran en el tiempo.