Cualquiera que camine por la avenida principal de Buenaventura en horas de la madrugada y hasta la entrada de la mañana sentirá el ir y venir de una escoba que a diferencia de las que usan las “brujas” esta  es dueña de limpieza, de pulcritud, de decencia.

Eugenio González Marrero es un humilde calixteño que se acogió a la jubilación y cuando le propusieron reincorporarse no lo pensó dos veces. Sus manos y sus piernas  siguen prestas al desafío  para mantener nuestra avenida principal en óptimas condiciones higiénicas.

Sépase que Eugenio, la mayoría de las veces, incluyendo varios domingos, tiene que desafiar más de dos kilómetros en medio de la oscuridad o de los bienvenidos rayos lunares que le alumbran desde su vivienda en el barrio de Irene hasta Buenaventura.

Este hombre de pequeña estatura, es un gigante escoba en mano, así lo reconocen su familia, los vecinos y amistades que admiran su diario laboreo en un oficio al que no todos le ponen el pecho.

Otros como él prestigian este sector y saludan con el sudor diario en sus frentes y camisas, el día del trabajador de los servicios comunales donde se encuentra Eugenio González Marrero, guardián de la higiene en Buenaventura.

 


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