Para 1964, el Movimiento de Artistas Aficionados, que se había creado dos años antes, daba sus primeros, pero firmes pasos. Muchas cosas habían cambiado en la manera de divertirse del cubano. La participación ciudadana, bajo la orientación de las organizaciones políticas y de masas, continuaba en aumento. Los vecinos se sumaban con fervor a las continuas movilizaciones y al análisis de las unidades de distribución en asambleas de confrontación, donde los administradores de las Tiendas del Pueblo, tenían que explicar las dificultades con la distribución de la canasta básica.Del mismo modo, las formas de esparcimiento se transformaban. En 1963, se habían formado varios grupos musicales, de teatro y danza, todos auspiciados por los organismos de masas.
La primera referencia a una actividad cultural divulgada en la prensa regional se refiere a un festival celebrado en la localidad de Las Casimbas. El festival comenzó con la presentación del grupo de teatro de títeres. Luego, no podía faltar, un doble juego de beisbol y finalmente un baile infantil. El domingo continuó el festival con corridas de cinta, palo encebado, tres en un zapato y un programa mucho “más serio”, en el que actuaron el tenor Romárico Leyva, el declamador Félix González Vega y la cantante Verónica Torres.[1]
Otro aspecto que cambiaría substancialmente serían los tradicionales carnavales. Esta vez se denominarían Carnavales de la Emulación, Carnavales Socialistas, Fiestas Populares u otras disímiles denominaciones, pero independientes del nombre que adoptaran, estas fiestas se transformarían alcanzando un nuevo matiz social. Ya en 1963, por citar un caso, la prensa anunciaba que “grandes fiestas en un ambiente de alegría proletaria serán ofrecidas al pueblo en ese día para que los obreros que con su trabajo y su esfuerzo construyen la nueva patria se diviertan sanamente en las fiestas del pueblo y para el pueblo”.[2]
Los primeros carnavales del antiguo municipal Mir-Buenaventura fueron los de Las Mantecas que tuvieron lugar en abril de ese año. Las fiestas comenzaron con el acto de
consagración de la Estrella y sus Luceros. Fue toda una ceremonia que contó con banda municipal, que al paso de las muchachas elegidas interpretó La Bayamesa. Reyna Leyva fue la elegida y fue coronada por Mara Laffita, quien había sido estrella en los carnavales pasados. Terminada la coronación dieron inicio los bailables amenizados por el grupo holguinero Los Diablos.
El 20 de mayo se anunciaba que se elegirían las estrellas del carnaval de Mir el 2 de mayo y las fiestas comenzarían el día 12 de junio. Para que se tenga una idea de los carnavales mireños, leamos esta nota de ese año:
“Estos carnavales del poblado de Mir lucirán esplendorosos ya que saldrán a la calle carrozas, donde paseará la Estrella y sus Luceros por todo el pueblo; habrá comparsas, muñecones. Y todo lo bueno de un carnaval donde el obrero pueda divertirse y disfrutarlo ampliamente.
Ahora, para la elección de las estrellas y luceros, aparte de belleza física, era indispensable la integración de la joven en las organizaciones sociales. Por ejemplo, la estrella Migdalia Ávila Villa de San Agustín, manifestaba: “Me sentí muy contenta de ser elegida por el pueblo, trataré de dar el mayor colorido a las fiestas y me divertiré junto con todos los obreros que sin abandonar la producción, disfrutaran de sano esparcimiento”.
Lamentablemente, estos populares carnavales, fuera de Buenaventura, terminaron por desaparecer unos años más tarde. Al deceso de estas fiestas se unirían las lidias de gallos, que fueron prohibidas con fuertes multas a los practicantes, aunque los campesinos siguieron efectuándolas, clandestinamente, en los lugares más intrincados. Parte de la vida diaria en los cuartones comenzó a girar en torno al Círculo Social y la Tienda del Pueblo que suministraba la canasta básica. Asistir a la bodega e intercambiar con los vecinos sobre los productos que desaparecían o que eran sustituidos por nuevos procedentes de los países del campo socialista, empezó a imponerse como una práctica cotidiana y a abarcar una parte de la conversación diaria en el hogar.
